miércoles, 2 de mayo de 2018

2 de mayo de 2018

Estaba tratando de reírme de mi misma
y me puse a llorar.

Encontrándome en la soledad del alma
miré alrededor y vi todo gris.

Sin saber cómo desahogarme
até el nudo más fuerte
y dejé a la seminconsciencia vagar
hasta encontrar las respuestas.

Es un ritual en sí mismo,
esperas crecer cada vez
pero no lo haces,
no retenes la respuesta y todo vuelve a suceder.

Cualquiera cree saber quién soy
cualquier cree quererme
pero sé que no es así,
ni yo me banco, así que no les creo.

Digo que me puse a llorar
pero no con lagrimas,
es como esa tristeza que se grita en silencio
y se calma con unas caladas de porro.

Sé que hay algo que no está bien
las cosas que me suceden no me transitan.

Si el día está nublado
y la humedad de este Conurbano me entristece,
no hay encuentros espontáneos
y sigo totalmente sola.

Fumar unas caladas más
no resolverán las inquietudes,
las dudas, las preguntas
y las incongruencias que en mi misma genero.

Me siento en el balcón sin terminar
fumando unas flores que me despejen,
un cigarrillo que asuma la ansiedad
con las fotocopias y el resaltador sin usar.

Decíme que si por dentro lloro
y no me resuelvo
por lo menos no voy a terminar así,
como ellas.

El viernes empiezo terapia.

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